dijous, 1 de setembre del 2011

Tocar Fondo

Vaya por delante que ésta es una de esas aportaciones insustanciales, anodinas, insípidas, insignificante, ineficaces y por supuesto inofensivas, propia de la canícula, que no pretende otra cosa que devolver en forma de divertimento jocoso, alegre y solaz, a PM, RM, PM, JM, EZ, LA, LB y a mi mismo el compromiso que tomé con todos ellos de colarme en sus artilugios informáticos antes de que las campanadas de la prioral despidan al mes de los aniversarios y deje paso a septiembre que llega con su inexorable reencuentro con la rutina.

Vamos, que no van a ser todo en ésta vida pensamientos martirologios ni frases trascendentales. A veces morimos de autocomplacencia hedonista. Nos llegamos a creer que todo lo que decimos desde la mañana a la noche es importante o trascendente. Pues no.

Aquel soleado 12 de agosto, día de San Alejandro el carbonero patrono de los idem, coincidía con el hundimiento once años antes del submarino K-141 Kursk en las gélidas aguas del mar de Barents. Se hundió arrastrando en su infernal vientre a los 118 marineros rusos que habitaban sus bodegas infernales. Pues bien, con esa curiosa coincidencia en nuestro recuerdo, nuestro barco tocó fondo en El Paso de la Isla de Rocche bordeando el norte de Cerdeña de camino a Olbia, a espaldas de la Isla de la Magdalena, partiendo del puerto de Palau.

Ese día, el Tragamillas y su tripulación tocamos fondo y de qué manera. No se trataba de un simulacro. Era cierto, real. Un brusco golpe en la quilla nos advirtió salvajemente que habíamos embarrancado en medio de rocas amenazantes y escarpadas montañas a babor y estribor. Lo que tenía que ser un viaje amable, tranquilo, con principio y fin, una travesía placentera que nos tenía que devolver en fecha determinada, seis jornadas de navegación y gozo, fondeando donde antojo, capitán y prudencia nos impusieran, apunto estuvo de convertirse en portada de sucesos, en notas necrológicas. Pobres chicos. Amén.

La tripulación era gente hecha, dura, curtida. Algunas cicatrices y tatuajes marcaban sus cuerpos curtidos por el sol y sal marina. Eran de esas tripulaciones sabedoras que, en el mar, las decisiones las toma el capitán y la tripulación obedece ciegamente. En la mar, las consultas no aportan soluciones, más bien las complican.

En aquella eternidad, tomé el compromiso que hoy cumplo de transmitir a futuras generaciones lo que oí a los dioses decir y poder así lanzar definitivamente por la borda mis remordimientos.

Hombre temeroso de Dios soy, pero esos cientos de miles de años que venimos conformando colectivamente nuestro intelecto me dan cierto amparo legal para reconocer ante ellos que la Tripu, ese día, reaccionó de forma profesional. Muy profesional.

En situaciones extremas, los dioses se preguntan el qué, los humanos el cómo. Tal afirmación, humanamente estructurada, conlleva una alta probabilidad de ser expuesta erróneamente, ya que no existen precedentes ni antecedentes, cosa por otro lado razonable al ser la existencia de los dioses eterna (qué ser humano adueñándose de sus frases intentar establecer dictámenes morales o especulaciones metafísicas).

Pues bien, los oí decir un día que todo hombre o mujer debieran Tocar Fondo en un momento u otro de su vida, porque nos enseña a bucear por los confines de lo humanamente comprensible, a descender al infierno de la eterna pregunta, maldecir los días vividos desde el húmedo vientre materno y amar fervientemente los años que nos resten por sobrevivir.

Insistieron, interpelándose entre Ellos, que Tocar Fondo suponía descender a los abismo de la tierra, las simas de los océanos, al fondo de nuestros miedos. Tocar Fondo no es otra cosa que la Gran Metáfora de lo Desconocido. De la Duda. Duras pruebas a las que somos sometidos en contra de nuestra voluntad con el fin de evaluar nuestra capacidad para sobreponernos.

De pie, erguidos en sus monturas terrenales, acuíferas o celestiales corroboraron antes de disolverse a lomos de alazanes, neptunos y pegasos que, una vez Tocado el Fondo con valentía, hombre o mujer ascenderían vertiginosamente hacia el Jardín del Edén más sabios y felices. Tentado estuve de preguntar dónde encontraría ese magnífico Jardín, pero ello me delataría, por lo que callé. Resultado diferente producía el miedo a afrontar la misma prueba. El resultado no sea otro que la condena eterna a los infiernos.

Ellos asintieron y yo oí. Duras pruebas son las que nos someten, pero necesarias. Aceptemos por un instante que no cumpliera ese precepto. Pasaríamos sobre ellas de puntillas, sin ruido, anodinamente. Apenas nos sumergiríamos en el fondo de nuestras contradicciones para, excusándonos en ellas, continuar nadando en la sordidez de nuestras vidas. Nada de nada. Repetiríamos una y otra vez los errores que cometimos, nos convertiríamos en carillones vivientes, muertos errantes, en mascarones carcomidos. En Nada. Después, nada más oí. Desperté bruscamente tocando fondo al timón del Tragamillas.






dimarts, 23 d’agost del 2011

Que me quiten lo bailao.

Hay personas, con muy buena voluntad, que se machacan las cejas para hacernos llegar a nuestros correos electrónicos paisajes idílicos, músicas relajantes o frases pomposas con la intención de que veamos, oigamos y leamos lo que nunca se nos ocurriría oír, ver y leer. Si además les anexan, envíalo a diez amigos, si no lo haces, padecerás cinco años de desgracias, la propuesta deja de tener su gracia.

La última. Pásalo. Los hombres pierden la salud para amasar dinero y luego se lo gastan para recuperarla. Piensan ansiosamente en el futuro y olvidan el presente de tal forma que acaban por no vivir ni el presente ni el futuro. Viven como si nunca fueran a morir y mueren como si nunca hubieran vivido, afirmando ser el mismísimo Buda su autor.

Desconozco la paternidad o maternidad de la frasecita. Si es de Buda o cualquier otro endiosado sabio, me la trae al pairo. Me parece inteligente, obvia, simplona y conservadora. Dudo de que fuera escrita por puño excelso. De lo que si estoy seguro es que no lo fue por humano hipotecado y precario empleo.

Detrás de ella se esconde la moralina de quién pretende conformarnos a base de frases hechas, propuestas perfumadas y encantos semánticos.

Creo que lo que nos pretendía transmitir el sabio era que: existen hombres que se gastan el dinero amasado en cuidar su salud y el que le queda, lo utiliza para mantenerla. Piensan ansiosamente en el futuro y disfrutan el presente de tal manera que su vida vale por la de dieciocho. Viven como si nunca fueran a morir y si mueren, nos dicen en su último suspiro, que me quiten lo bailao.

dimecres, 17 d’agost del 2011

¿Preocupados?

Una tercera parte de la humanidad anda muy preocupada. No es por padecer los efectos de la cacareada crisis económica. Directamente pasan hambre. El catorce por ciento de ellos no tiene ni tiempo para llegar a ese resultado intelectual que supone la preocupación, se muere de inanición, de sed y de enfermedades que aquí solucionamos con un antibiótico o un antidiarreico.

Efectos colaterales, dicen unos. Pobreza y miseria, decimos otros. Esta legión de preocupados se nos muere en directo, son telón de fondo de un reportaje vespertino, en los informativos matinales e incluso en la sobremesa. Son esos preocupados que se mueren si se quedan en sus países, también si se van de ellos. Mueren si se les recuerda porque ya es tarde y mueren de olvido, que es la forma más triste de morir. A lo más que pueden aspirar estos preocupados, es a convertirse en estadística necrológica.

Preocupados que arrastran cuerpos famélicos por campos de refugiados, prostíbulos, zonas de confinamiento, países pobres, barrios marginales. Son la versión actualizada de la diáspora humana que busca un rincón para su supervivencia. Son los parias de la tierra.

Preocupados perseguidos, maltratados, asesinados por tribus rivales, facciones rivales, milicias rivales, etnias rivales, ejércitos regulares rivales, ejércitos paramilitares rivales y ejércitos de salvación de amigos. Son la carne de cañón de mafias, proxenetas y moscas portadoras de alguna enfermedad. Se pasan su corta vida preguntándose contra qué mandamiento de la ley de su dios han podido atentar para merecer tan duro castigo. No existe respuesta.

Otra parte de la humanidad se encuentra preocupada por su endeudamiento, por su hipoteca, por llegar a final de mes, por el futuro de sus hijos, por el suyo propio. Preocupados por no atravesar esa delgada línea que existe entre la dignidad y la pobreza, entre disponer de un trabajo o ser usuario de los servios sociales. Preocupados y desconcertados por estar en manos de una cierta clase (en el sentido marxista de clase) que se pasa la ética y la estética por el forro.

Estos preocupados andan preocupados por comprobar que los responsables de esta crisis ni la admiten ni dimiten. Ni tan solo se ruborizan. Preocupados por comprobar que el auténtico poder se encuentra en los fondos especulativos, las empresas de calificación y los medios de comunicación y no en los gobiernos. Preocupados ante tanto atropello, tanta avaricia, tanto acaparamiento de riqueza, tanta duda sobre su futuro.

Preocupados, según una encuesta del diario El País, por la falta de confianza que actualmente los ciudadanos tienen respecto a los políticos, partidos políticos, bancos, gobierno, obispos, sindicatos, administración de justicia, cajas de ahorros, iglesia católica, televisión, parlamento, ayuntamientos, multinacionales, empresarios, tribunales de justicia, fiscales, la obra social de la iglesia, prensa, funcionarios, jueces, y el defensor del pueblo. El último que apague la luz.


Finalmente, existen unos pocos preocupados que continúan viviendo sin preocupación. Despreocupados de que la lista de preocupados cada día sea mayor. Preocupados de diluir la preocupación de los preocupados con subterfugios semánticos y grandes campañas mediáticas. Preocupados de cómo asegurar que no desaparezcan las preocupaciones. Preocupados de cómo gastarse el dinero de los preocupados sin que los preocupados lo noten.

Estos preocupados últimamente andan preocupados por la proliferación –temporal, dicen- de unos preocupados indignados que interpelan con sus eslóganes y su actitud cívica sobre la caducidad del actual modelo social, político y económico en el que se han sustentado los privilegios las clases dominantes.


Qué casualidad que en este momento me venga a la memoria el concepto de “Acumulación Originaria del Capital”.


La verdad es que también yo ando preocupado.

dilluns, 8 d’agost del 2011

Els matins............


Al mati a casa, les ràdios sonen. Tinc per costum de posar música clàssica al dormitori, rock on faig el meu personal viacrucis atletic, les noticies locals a la cuina i les nacionals i internacionals al quarto de bany. Cada una d’elles individualment son cultes, rítmiques, previsibles, amb un comú denominador. Interrupcions i més interrupcions per recordar-nos que o consumim o això del capitalisme no tira.

Amb els anys m’acostuma’t a organitzar-me el temps i l’espai que va del ring del despertador al plof de la porta de casa, per tal de fer compatible necessitats fisiològiques, higièniques, alimentaries, informatives i fins i tot culturals, per tal de sortir amb la informació d’un ciutadà mig.

Peu a terra, Liszt. Taula de gimnàstica, amb els Creedence Clearwater Revival. Les davallades dels principals indicadors borsaris en mig d’un agradable flaire a cafè. I entre aromes de xampú, sabons, cremes i esquitxos d’aigua, l’alcalde de la ciutat ens informa que retallaran càrrecs de confiança i aprimaran la despesa del consistori resultat de la trista herència deixada pels altres.

Als matis m’aixeco amb la convicció de que vivim en un món poblat per essers indiferents al dolor aliè, immutables a les desgracies que no siguin la seves, incommovibles davant la malalties, la fam, i les guerres que pateixen milions de persones, impertorbables a les imatges que mati, tarda i nit ens escup la televisió per amanir els nostres abundants àpats, freds de cors, incapaços d’oferir ni alternatives, sord a les demandes dels pobles i sempre predisposats a escoltar ofertes al seus futurs personals, personatges d’altres galàxies, que amb aparença humana ens dirigeixen, endurits, apàtics, inanimats, morts en vida.

Al mati d’anada a la feina, net i polit, hem pregunto sovint si tots plegats estem per lligar. El curt viatge de casa a la feina no m`ha permès respondrem per temor a les conseqüències que d’un moviment afirmatiu, pugui tenir sobre el meu cervell.

Els matins, m’ha permès descobrir una nova casta, llinatge, estirp, nissaga, tribu, grup que estan per sobre del bé i del mal. Els “opinadors”. No se si existeix traducció, ni m’importa. Tothom m’entén oi. Si, son els que parlen de tot sense saber de res. Per un mòdic preu ells diuen la seva, i si l’encerten l’endevinen. Responsabilitat cap.

Als matins ens donen més lliçons que Plató als seus deixebles . Mira que arriben a saber, com hem pogut viure tants anys sense aquest dipositaris de la veritat absoluta, sense aquestes àgores hertzianes, sense tanta saviesa en els dials. Son capaços d’opinar, decidir, emetre judici i veredicte si convé, pena, sentencia i càstig sobre política internacional, domestica,
economia, religió, moda, tendències, intendències,sentencies, malalties, salut, ciència, recerca, amors, desamors, processos migratoris, jugades esportives, filantropia, cinema, teatre, música, arts en general. Genial.

No trobeu que els matins donen per molt.

dissabte, 6 d’agost del 2011

Sense importància

Ara fa un any, dia més o dia menys, vaig deixar d’escriure. El motiu?. No estic gaire segur. La confluència d’un esgotament llunyà, amb una íntima i subjectiva desil·lusió, la necessitat vital de canviar de registre, el retrobar-me amb les meves contradiccions, un creixent aburgesament ideològic, l’ idioma em va decidir a donar per finalitzada aquesta etapa. I com de mica en mica s’omple la pica, vaig plegar veles des de el vaixell de la meva professió. No volia de cap manera sucumbir a la força que la xarxa exerceix sobre la vanitat de les persones i vaig pensar, adéu i bon vent.


Ningú m’estranya’t durant aquest mesos de silenci, d’absència. Crec que més d’un ho ha agraït, i això certament hem tranquil·litza. Saber que no tinc rere l’orella el murmuri d’ acreditats analistes predisposats a tocar-me els dallonses, m’ha donat noves energies per tornar a opinar sobre el que cregui que es important i no sobre el que hem facin creure que pot ser-ho.


Per tant nois, noies, xiquets i xiquetes, senyorons i senyorones, ciutadans i ciutadanes, polítics i - política – ja he tornat.